- ¿ Que pasa si tiramos al mar una botella ? - Se va enfermar el planeta - ¿ y queremos esto? - Noooo - ¿Qué tenemos que hacer? - ¡ Reciclar! Sus respuestas eran tan certeras y tan coherentes que causaban nuestros asombro, teniendo en cuenta que aquí en Perú en las escuelas, no se lleva una educación con conciencia ambiental. Lo cual nos demuestra que los niños vienen con una conciencia adquirida, lo cual muchas veces se va ensuciando a través de malos hábitos de nosotros los adultos y de la sociedad. Saber que arrojar basura ensucia y enferma el planeta, entender que se puede reciclar los desechos, imaginar como reutilizarlos…es el comienzo de la construcción de una conciencia ambiental.. Para despertar esta conciencia, iniciamos a los niñ@s al yoga y la meditación de forma sencilla, se logra asentar las primeras piedras para la construcción de un ser en conexión consigo mismo y con su entorno. Cada sesión se inicia con la conexión de nuestro cuerpo a través de estiramientos “yo jugando”, con nuestro corazón a través de la meditación y de nuestra voz a con el canto de mantras. El niñ@ toma conciencia de su cuerpo y de su sentir. - “mis manos están calientes…sentí mi corazón…siento como hormiguitas en mis manos…ooh mi corazón hacia pumpumpum” Esta vivencia la están experimentando niños de 4 y 5 años del colegio Santiago Alberione en Mangomarca. Llevaremos un programa durante tres meses con el cual, facilitamos a los niños y al equipo educativo, la posibilidad de expresarse a través del arte, de actividades lúdicas y concientizar sobre la importancia de vivir en armonía con nosotros y con el medioambiente.
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Durante el viaje de tres semanas, compartimos el amor a la tierra, conociendo agricultores de la sierra peruana Después de cuatro días de caminata por el parque Huascaran, entre la Cordillera Blanca y Negra, encontramos a Lili Reina Olivo Castro y Roger Cruz Obreron, en su terreno. Ellos viven en Huaripampa, departamento de Ancash. Contemplan cada mañana la Sierra Nevada, desde la chacra donde cultivan hortalizas para su auto-consumo y crían cuyes para vender y generar un poco de ingresos. Encontramos a Lili, tejiendo lana, sentada en su terreno mientras Roger estaba regando el huerto, y recogiendo hortalizas para preparar el almuerzo. Lili y Roger, nos invitaron a entrar, nos recibieron con esta calidez que tiene la gente de la sierra con una sonrisa que ilumina sus rostros. Tuvimos la oportunidad de intercambiar nuestro amor a la tierra. Al comentar el proyecto CEAH y nuestras actividades en Lima, Lili nos entrego semillas de zanahoria de su huerto, par sembrarlas en Lima y compartir nuestro sueño de producir y cambiar el rostro de nuestro barrio. Gracias por abrirnos la puerta de su casa y de su corazón, gracias por compartir. |
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Abril 2017
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