Me siento cada mañana en una de las rocas y contemplo el vacío, la tierra gris, el silencio es único en este seco lugar. Hago un recorrido con la mirada y admiro la vida verde que crece cada día, es un contraste singular que aumenta mis latidos, sobre todo si veo a la mariposa marquesa, compañera silenciosa que revolotea y llena de frescura y color. Ella es capaz desde el silencio pintar lo más profundo de mi ser. Ayer tuve un sueño, hoy tengo una visión. Cierro los ojos, veo terrazas coloridas donde hay muchas familias cultivando, enseñando a sus hijos el valor de la tierra, todos los hacen con alegría, también veo un músico que alegra la jornada otro grupo prepara los alimentos, frutas y refrescos que compartirán al final de la jornada. Los más pequeños ayudan como jugando a poner la cosecha en las cestas, otros pequeños van más allá y lo quieren saber todo. -“Abuelito, ¿dónde están las papas, no las veo?”. - -"Las papas crecen bajo tierra, ahora sacaré una para que la veas."- Abro los ojos y reflexiono. Actualmente en el entorno urbano, hay muy pocas opciones para aprender el cultivo y perdemos este vínculo vital con la tierra y con la naturaleza. Cada día, tengo este sueño, de poder proporcionar y ofrecer un espacio donde padres, madres abuelos y nietos puedan aprender, desarrollar y compartir este amor a la tierra y disfrutar con los demás de la naturaleza. Hoy tenemos un reto, mover esas enormes piedras y construir ese sueño que tenemos los que integramos CEAH. Contemplo esas rocas y me pregunto. -¿será posible poder mover estas piedras? ¿Será posible tener huertos?- “De lo imposible nada es imposible hasta lo imposible.” Aquel domingo 05 de julio todas las preguntas encontraron respuestas, gracias a un grupo de voluntari@s, que comparten este mismo sueño. Excavando, moviendo rocas, limpiando el terreno. Entre sudores y el buen humor de la jornada se logró diseñar y construir la primera fase de esta bella obra. Quizás no podamos igualar a nuestros antepasados pero creemos que si es posible. “Si tú tienes un sueño…hazlo, si lo haces es porque crees y si crees puedes crear desde el corazón” Esta primera fase se logró con una labor colectiva, hemos movido y colocado cada piedra en su sitio, dibujando paso a paso, un muro de contención, la terraza madre, la base de una construcción para los futuros bio-huertos. Piedra a piedra, paso a paso pudimos admirar lo que es capaz el ser humano cuando hace algo para el bien común. Una gran sonrisa se dibujó en nuestros rostros, al ver que el muro tomaba presencia en aquel cerro que pedía desde hace mucho “VIDA.” Gracias amig@s de Francia y de Perú. Hoy nos unimos como un solo equipo en Mangomarca, compartiendo e intercambiando cultura, idiomas, risas y una labor hermosa. Al final de la jornada, subimos juntos en la parte alta de la Lomas, para ir a regar las plantas, El grupo pudo contemplar el silencio y en silencio la gran obra realizada. Mi mirada empezó a dirigirse a cada uno, sentí el dolor de sus cuerpos, escuché su respiración corta y vi sus manos empolvadas y adoloridas. Percibí su satisfacción y orgullo de haber participado en esta labor. Di las gracias desde mi ser por haber compartido este sueño que tuvimos hace meses. En la noche, después de haber compartido una comida con todos los que participaron de esta labor, me acosté agotada igual que ell@s, cerré de nuevo mis ojos y viajé en el sueño profundo. Me encontré con el niño y su abuelo, sentados en la terraza, removiendo la tierra, sacando una papa amarilla y mirando juntos hacia el cerro verde. Estamos iniciando el viaje verde, gracias a tod@s.
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Abril 2017
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