Compañeros silenciosos, sanadores de mi ser:
El amor es un arte que abre los canales del universo, con humildad y sencillez experimento el arte de dar y recibir amor en silencio. Es un amor puro e invisible, que se entrega sin expectativas, que nace desde el alma, abriendo el sentir y las emociones. Un amor que me enseña a celebrar sencillamente la vida. El arte de amar mi ser, da la oportunidad de expresar este arte. Piso la tierra de un albergue sin puertas ni ventanas, donde la brisa matutina sopla paz y tranquilidad para todos los seres que habitan en aquel hogar. Es un albergue donde se cultiva desde el sentir. El arte de amar, está al alcance de cualquiera que se acerca con respeto y humildad. Este es un albergue que no he dejado de visitar desde que entré por primera vez para sembrar una planta. La maravilla de la vida que veo, gracias a la magia de la vida que ha vuelto a nacer y habitar el albergue. En compañía del silencio, camino entre de las zanjas verdes. Me agacho a la sombra de un eucalipto que refresca mi garganta y sana mis alergias, miro a mis compañeros silenciosos, y sonrió a la vida que me ofrece un espectáculo bello. Compañeros del arte de amar, solistas del concierto silencioso con el vaivén de las hojas, de las mariquitas y mariposas, me ofrecen la música más armoniosa que exista. “Mis compañeros, que alegría compartir cada amanecer, poder contemplar el baile de la vida y conectarnos en sintonía y libertad. No hay cita ni demora, no hay exigencias ni quejas y a pesar de no hablar, estamos conectados en armonía. Somos y estamos conectados con el universo, gracias a la vida que ha regresado en el albergue que compartimos hoy. No tengo alas, pero vuelo con ustedes, contemplando las Lomas de Mangomarca, que se iluminan de verde y de vida, tanto a la luz del día como en la oscuridad clara de la noche. A la luz de una luna creciente, me sinceré con ustedes, guardianes de mi ser, están cada día para celebrar mi llegada y guiar mis manos en la labor nuestra, de cuidar y proteger la vida. Sanadores de mi ser, sin palabras llegan hasta a mi corazón, sanan mis heridas profundas, reciben mis llantos y me devuelven el brillo de mi luz, cada día mi luz crece, a verlos volar y caminar dentro de este albergue. Estamos viviendo la más pura expresión del amor, dar y recibir la energía vital y la vida, que debemos de cuidar, proteger y respetar. Será nuestro legado de amor, ya que estamos de paso, prestando este albergue y hogar para desarrollarnos. Lo entregaremos para que mañana entren nuevos seres a habitar y vivir en las faldas verdes de Mangomarca. Compañeros silenciosos míos, los miro mañana, tenemos que tocar una vez más la pieza única de nuestras vidas. Maga
0 Comentarios
|